29 de octubre de 2012

La resistible infección del virus nacionalista




 

La pasada Diada del 11 de septiembre, fue una muestra inequívoca del gran poder infeccioso del nacionalismo. Desfilaron multitud de personas de amplias capas sociales de la sociedad catalana, incluso burgueses de las zonas altas de Barcelona que llegaron a superar, al menos por unas cuantas horas, alguno de sus más arraigados complejos, como el del Síndrome de la Diagonal (1). La Cova Mediática nacionalista describe la última Diada como la “explosión civil” que origina el cambio de rumbo de CiU hacia la Independencia. Yo más bien pienso que dicha manifestación ha sido uno más de los actos diseñados desde hace tiempo para  conseguir esta finalidad.
 Remontémonos a las primeras décadas del pasado siglo, donde Barcelona, además de ser elprincipal centro fabril de España, era también un laboratorio de intensas disputas socio-laborales entre las maltratadas clases obreras y sus patronos. Se produjeron durísimos episodios de violencia por ambos bandos. El terror y la violencia que aconteció perdura en la memoria colectiva de mucha gente, y los hechos de la revolución anarco-sindicalista y comunista que culminó en la Guerra Civil de 1936 es algo que persiste en la memoria de los empresarios catalanes y que, en mayor o menor grado, heredan sus descendientes.
  Por tanto no ha de extrañarnos que la burguesía catalana siempre halla mostrado miedo ydesconfiada hacia las agrupaciones de izquierda, en las cuales los emigrantes procedentes del resto de España han ocupado un destacado papel. Bien es verdad que las circunstancias sociales y económicas de la Cataluña de las últimas décadas dista mucho de parecerse a las de la España de la Guerra Civil, pero cuando la crisis arrecia, los temores y los malos recuerdos afloran de nuevo.
 Durante el franquismo la burguesía catalana colaboró y se sintió segura, pero con el retorno de la Democracia, y tras las primeras elecciones autonómicas, en Cataluña quedó patente la fuerza de los grupos de izquierda. El PSUC, aunque con un número de diputados no muy numeroso, controlaba las calles y una importante parcela de poder municipal en el Área Metropolitana Barcelonesa, algo que daba mucho temor al empresariado catalán. Éste, bien hermanado con CiU gobernando en la Generalitat, planifica la desactivación y, si fuera posible, la destrucción del poder social de la izquierda. Solo una ideología como el nacionalismo podría ejercer ese cometido. Aunque la Historia nos demuestra que los nacionalismos son retrógados y conservadores por naturaleza y con frecuencia han sido la antesala de guerras y fascismos, no es menos cierto que su poder de seducción traspasa y se infiltra con cierta facilidad en cualquier ideología o estructura social. Pocos venenos podrían ser pues, tan eficaces.

 El nacionalismo hizo estragos en el PSUC. Acabó destrozado, y sus restos se articularon principalmente en torno a un pequeño, pero influyente, partido: Iniciativa per Catalunya, IC, que en ocasiones no ha tenido reparos en autodefinirse como “Nacionalsocialista”. Su nuevo papel está muy claro: inocular el virus nacionalista en cualquier agrupación sociopolítica de la izquierda catalana. Su método: imponer en todos los ámbitos sociales la sagrada ley de la “Normalització Llingüística”, cuya aplicación ha supuesto mucho más que el simple hecho de asumir el catalán como lengua oficial y principal. CiU, calificado “de derechas” no hubiera podido hacer este trabajo con la eficacia de quien venía de la izquierda. En consecuencia, cualquiera que aspirase a ascender social o laboralmente tenía que “normalizarse”. Si no aceptaba este undécimo mandamiento sería marcado socialmente, como persona “no-integrada, no-normalizada”, por usar sus propias definiciones. 

No es extraño pues, comprobar cómo los mayores talibanes lingüísticos en Cataluña casi siempre han sido militantes y simpatizantes de IC. La virulencia mostrada en la defensa, metodología y aplicación de la “Normalización Lingüística” ha sido comparable a la de regímenes estalinistas, tal y como demostraron gobernando en el Tripartit. Algunos de sus voceros fueron muy populares y conocidos y, por supuesto, sus servicios muy bien pagados por la Generalitat, como el escritor Vázquez Montalbán, el Síndic de Greuges Rafael Ribó, Joan Saura, y actualmente Joan Herrera.

 Algo parecido había que hacer en los influyentes sindicatos UGT y CCOO. La constante labor del virus dio sus frutos. El primero pronto quedó infectado bajo la dirección de José María Álvarez, que ha dado sobradas muestras de afinidad con la “construcció nacional”. En CCOO hubo más resistencia pero sucumbe definitivamente con Joan Coscubiela moviéndose entre el sindicato y IC. Algunas de las adhesiones y comunicados de estos sindicatos, a propósito de las últimas Diadas, son dignos de figurar entre los mejores panfletos nacionalistas, comparables a los de los antiguos sindicatos verticales del Movimiento Nacional franquista. No ha de extrañar pues su pérdida de poder e influencia socio-laboral y la desafección de sus bases .  

La desactivación del PSC fue más cómoda. No fue necesario inocular el virus, ya que éste estaba latente en él desde sus orígenes. El PSC no es una sección del PSOE como quieren hacer ver cada vez que hay elecciones, sino que es un partido formado en Cataluña y entre cuyos miembros fundacionales ya había nacionalistas. La activación del cáncer que le enfermaría era pues, cuestión de tiempo. Algunos importantes “capitanes” hubieran podido superar la infección, pero su caída fue inexorable a medida que los nacionalistas se iban haciendo con el control. Probablemente la más celebrada por éstos fue la de Josep Borrell. No podían tolerar que aquel ministro catalán de origen humilde tuviera tanto poder, se mofara de las idioteces del nacionalismo, y habría dirigido el PSOE si éste se hubiera tomado en serio lo de la democracia interna del partido. Los Obiols, Maragall, los Nadal y otros advenedizos panchacontentas como Montilla, se encargarían de llevar al PSC a lasmínimas cotas de poder, enfangado en un laberinto idológico del que no saben ni cómo salir.Cuanto más se acercaba al nacionalismo más votos y diputados perdía. Sin la vergonzosasupeditación y más tarde conversión del PSC al nacionalismo, CiU jamás hubiera dado elpaso que ha dado. No es extraño pues, escuchar cada vez más, la acusación de “traidores” que le lanzan simpatizantes y exmilitantes, muchos de ellos cualificados técnicos y activistas políticos que no comulgaron con la conversión nacionalista del PSC. Si no mantiene resultados en las próximas elecciones, puede ser su definitiva defunción.
  Por tanto, primero aniquilaron el PSUC, después llevaron los sindicatos a su causa y ahora, el PSC bajo mínimos ya no puede gobernar sin el concurso o la batuta de los nacionalistas. Parodiando la frase del día de la victoria de su odiado Franco (fuente inagotable de su victimismo), ya sueñan con escribir lo siguiente:
 "Avui, captives i desactivades les agrupacions insurgents, els grups nacionalistes han assolit el seu darrer objectiu polític: l'Independència. El llarg camí ha arribat a la seva fi. Barcelona, 11 de septiembre de 2014”.“En el día de hoy, cautivas y desactivadas las agrupaciones rojas, los grupos nacionalistas han alcanzado su último objetivo político: la Independencia. El largo camino ha terminado. Barcelona, 11 de septiembre de 2014”.

 Pero todos estos hechos, en opinión de quien subscribe, no han sido causales ni derivados de la manifestación del pasado 11 de septiembre, sino que responden a una hoja de ruta bien diseñada y pactada por el PUC (Partido Único de Cataluña, el nuevo Moviment Nacional), es decir: CiU, PSC, ERC, IC, los sindicatos UGT y CCOO, y los principales medios de comunicación catalanes. Tras las facilidades que les procuró Zapatero, la inseguridad del Gobierno Central ante la difícil situación económica, y antes de que la CEE consolide un nuevo sistema fiscal, los nacionalistas han decidido que ahora es la ocasión de ir a por todas. Las circunstancias son propicias. Todos a por la Independencia, a ser posible el 11 de septiembre del 2014, fecha carismática de los cuentos nacionalistas. Si no les sale bien, siempre provocarían la intervención militar para quedar como héroes nacionales. Como bien dice Boadella: "Solamente un tanque asomando por Lleida, les provocaría un orgasmo general".
 Seguramente se habrá dado alguna reunión ultrasecreta (que algún día conoceremos), en la que se plasmó la hoja de ruta y el papel de cada cual. No puede ser que tantos protagonistas, algunos hasta hace poco no-independentistas, de pronto actúen tan bien organizados y sincronizados hacia una misma meta. Ya no es sólo la Cova Mediática, desde hace tiempo capitaneada por la Belén Esteban de la política catalana, Pilar Rahola, sino que son la mayor parte de sus agentes sociales e institucionales que “fan piña” para levantar el “Castell de la Independencia”.
 Queda por conocer como derivará todo esto, pero insisto, no obedece a hechos espontáneos sino que responde a un plan diseñado por unos políticos mediocres, corruptos y con pocos escrúpulos, que han visto una buena ocasión y quieren esconder su ineptitud bajo la bandera de la patria. De nuevo conviene recordar la famosa frase de Samuel Johnson “El patriotismo es el último reducto de los cobardes”.

Marina Uriza. (militante de UPyD)
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(1) Síndrome Diagonal – Dícese del temor que padecen muchos barceloneses de clase alta en
traspasar la supuesta frontera sociológica de la Diagonal (urbanísticamente delimitada por
Av.Diagonal – Via Augusta) para acudir a actos públicos y/o sociales mezclándose con
clases sociales más humildes.