19 de marzo de 2012

Línea 9 del Metro de Barcelona: SE PODÍA HABER HECHO DE OTRA MANERA

Cuando el gobierno autonómico de la Generalitat decidió iniciar la obra de la línea 9 del metro de Barcelona, lo hizo estando ya en fase de culminación el llamado Eje Transversal (l'Eix Transversal).

Lo hizo con su criterio faraónico, ligado a unos principios sustentados  en: una Definición programática, una Definición política y un Proceso económico.

Como Definición programática, debía de ser una obra de una envergadura tal, que solo los estados, o los “cuasi estados”, pueden emprender.

La Definición política debía ajustarse a la medida de un partido (partido único) que solo  él, con su "voluntad nacional”,  pudiera proyectarlo y alcanzarlo.

El Proceso económico debía ser de la magnitud que solo las empresas “elegidas” pudieran  optar a abordarlo.

Hoy, 10 años después del “Gran Sueño”, nos encontramos con unas obras que se han disparado en los costes previstos, se han dilatado en los plazos de ejecución, y lo que es peor,  existen una multitud de lugares en la ciudad de Barcelona en los que, por culpa de las obras, su tranquilidad urbanística, vecinal  y ambiental, ni esta ni se la espera.

Por estas razones que considero que se debiera crear una Comisión de Expertos, que represente a todo el arco político, a fin de averiguar lo que de verdad se esconde detrás de estas obras que, en el momento presente, y en su mayor parte, se encuentran semiparalizadas.

Cuando se proyectó la línea 9, sus impulsores políticos basaron su diseño en varias actuaciones; la realidad es que algunas de ellas han evidenciado errores de cálculo inadmisibles, hasta el punto  de doblar  y triplicar los previstos.

El proyecto se basó en varias premisas:

a) La línea debía ser la más larga del mundo, con cerca de 48 Km de longitud.

b) la línea se haría, en su mayor parte, con tuneladora.

c) la línea se construiría toda a la vez, subdividiéndola en tramos para su contratación.

El tiempo ha demostrado que estos planteamientos no eran los más acertados, de modo que,  a fecha de 2012, nos encontramos con la siguiente realidad: sólo ha sido puesto en servicio  el tramo entre Can Zam y La Sagrera y está prácticamente concluido el viaducto del Paseo de la Zona Franca y las cocheras de dicho sector. Pero, ¿y el resto?

Al ser proyectada la obra con tuneladora, los trayectos solo se pueden concluir por el mismo método,  y nos encontramos con la terrible paradoja de estar realizados los túneles en su mayor parte, pero al no estar completamente conectados entre sí, la línea es como si no estuviera. Es la esclavitud del ferrocarril: si no hay continuidad, no hay servicio.

Y... ¿qué podemos decir del método constructivo de las estaciones?, pues que ha resultado ser un gran fiasco, no sólo en el aspecto económico, sino en el aspecto cívico y social.

La empresa encargada de la realización de los trabajos, a la vista de la falta de aportación económica, buen eufemismo para justificar la inmensa desviación presupuestaria, ha decidido “tapar” las obras de las estaciones, en espera de tiempos mejores.

De esta manera, lugares como la Plaza de Maragall, la Plaza de Sanllehí, la Plaza Borras, la Plaza de Lesseps, etc. han proporcionado a sus vecinos y usuarios, durante largos años, los  inconvenientes de movilidad e impacto ambiental propios de obras inacabables. Pues bien,  ahora, de la noche a la mañana, ven como las obras se paralizan y las autoridades plantean diferir la situación de provisionalidad  sine die, hasta que la disponibilidad de dinero permita su reanudación. Si no fuera porque es real, creeríamos que nos encontramos en otra Galaxia.

Pero lo más impactante de esta situación de despropósito lo encontramos en el Paseo de la Zona Franca. En este lugar, como no había impedimentos teóricos, la obra está concluida, pero tiene un inconveniente: a la altura de la Ronda del Litoral, el pozo para la tuneladora esta operativo, y lo seguirá estando durante tiempo;  mientras tanto,  el tramo de la Zona  Franca se tendrá que mantener, pero no se podrá usar.

Creo que la ciudadanía debe ser conocedora de este cúmulo de despropósitos, porque la culpa no es de Madrit por no darnos más dinero, la culpa es de quienes proyectaron la obra de manera que el resultado actual nos ha abocado a un callejón sin salida, al tiempo que la  espada económica de Damocles pende sobre nosotros.


José María Mangas.
UPyD Barcelona

No hay comentarios:

Publicar un comentario